
Hellfest Open Air 2025: Jueves 19 (Review & Gallery)
Otro año más en Hellfest Open Air. Es un privilegio poder pisar Clisson cada edición para compartirles las novedades de uno de los festivales más emblemáticos de Rock & Metal en Europa (para mí, sin duda, el mejor de todos).
Como es habitual, nuestros amigos del festival no descansan ni un instante para ofrecer propuestas frescas durante estos cuatro días intensos. La renovación de la fachada fue un impacto visual inmediato al girar hacia la icónica guitarra que custodia la entrada de Rock City. Un auténtico arco del triunfo albergaba a la guardiana de las tinieblas, una atracción imponente tanto para los nuevos asistentes que se estrenan en esta experiencia como para los más veteranos, que siempre encuentran sorpresas agradables. Además, el restaurante que han montado este año es una auténtica locura, digno de mención. Hay muchos aspectos que han evolucionado, especialmente en el acceso principal, que ahora tiene un aire más moderno, aunque sin perder el respeto por lo ya construido en ediciones anteriores. Mis aplausos, como siempre.
Vamos al grano. Este año llegamos más temprano de lo habitual para explorar un poco, reencontrarnos con los colegas y echarnos unas risas antes del apocalíptico calor que se nos venía encima. Nos estrenamos en el Main Stage por todo lo alto con Skindred. Qué cantidad de energía puede transmitir Benji Webbe con su abrigo bien puesto, a pesar de los 35 grados (a la sombra; al sol era literalmente el infierno, nunca mejor dicho). Nunca he sido una fan acérrima de Skindred, pero puedo asegurar que son una banda de festival, capaces de enganchar hasta al más escéptico con “Kill the Power” y “Warning”. A mi parecer, tocaron poco para la fiesta que lograron montar.



A continuación, esperábamos a Seven Hours After Violet. La vida nos trae sorpresas, y vaya que sí. Al plantarme en el foso, vi a Shavo Odadjian y se me cayó el alma al suelo. Era su proyecto paralelo a System of a Down. Una mezcla de la esencia clásica de la banda, pero con un giro renovado —quizás lo más cerca que estaré de fotografiar a SOAD en mi vida—. No quiero caer en la repetición, pero esa sensación de antigüedad y nostalgia nos golpea fuerte últimamente. Nada puede salir mal al darle otra vuelta en Spotify.



Apocalyptica llegó para equilibrar el ambiente con sus chelos interpretando clásicos de Metallica, como han venido haciendo en sus últimos tours. En mi opinión, las versiones con voz tienen más fuerza, pero no es ninguna sorpresa que unos acordes de “Master of Puppets” puedan levantar a cualquier metalero, sin importar el formato.



Kim Dracula fue uno de los platos más esperados del festival este año. Con pocas fechas confirmadas en Europa, su presencia era imprescindible en nuestra lista desde que se anunció. Un showman completo, el australiano, con una legión de seguidores que se encargaron de llenar las primeras filas del Main Stage 1. La fusión de géneros y su estética son lo que más fascina de su propuesta. Con solo un disco bajo el brazo, logró tenernos a sus pies durante la breve media hora que le concedieron. Sin duda, será un nombre que repetiremos en el futuro con más fuerza.



Una de las bandas que parecía imposible ver en directo fue Thy Catafalque. Después de haber reseñado gran parte de su discografía, era necesaria esa dosis en vivo. El húngaro Tamás Kátai se oculta tras su bajo y da rienda suelta a un universo de post-black metal, alimentado por una amalgama de influencias que hacen cada tema único e irrepetible. El formato de banda con cuatro vocalistas en escena es imponente y juega a su favor al momento de posicionarse. Muchos asistentes se sorprenderán al saber que en estudio Tamás es prácticamente un one-man band.



También tuvimos la fortuna de ver a Airbourne en todo su esplendor. Quizás se midieron un poco (solo un poco), con Joel O’Keeffe pasando más tiempo en el escenario que entre el público, probablemente por cuestiones de tiempo. Aun así, siguen siendo uno de los mejores espectáculos de hard rock disponibles actualmente. Es imposible no dejarse llevar con “Gutsy” o “Live It Up”. Yo, que suelo ser bastante crítica y pocas veces me dejo llevar en las salas, reconozco que los festivales me reconfiguran el cerebro. Airbourne se ha ganado un lugar en mi playlist.



Los clásicos son eternos, y The Hellacopters lo saben. Desde una Warzone repleta de gente, nos escabullimos un instante para disfrutar del legendario sonido del punk rock sueco que solo ellos saben ejecutar. Ya sabemos que la Warzone se caracteriza por su intensidad: pasos prohibidos, cabezas voladoras… y esta vez no fue la excepción. Nicke Andersson al mando nos llevó de paseo por “Token Apologies” y “Sometimes I Don’t Know”, un guiño al pasado con “Rock & Roll Is Dead” y un baile sin precedentes. Adoro la vibra de la Warzone, única en su especie. Solo gente que quiere pasarlo bien y disfrutar de los clásicos como se debe.



Como cada año, hay que tomar decisiones difíciles, como saltarse los Main Stage a partir de cierta hora. Pero eso no me impidió volver a ver a Korn en su máximo esplendor. Sin miedo a nada, Korn se embarcó en un repaso completo de su carrera, dejando muy pocos hits fuera y desatando una fiesta inolvidable en Clisson. ¿Quién puede resistirse al inicio de “Blind” y “Twist” seguidos, solo en los primeros diez minutos de concierto? Como siempre, los más disfrutados son esos himnos de nuestra infancia como “Got the Life”, con Ra Diaz cantando a todo pulmón (orgullo nacional, nuestro chileno en las filas de esta banda legendaria). Para mí, las interpretaciones de Jonathan Davis me llegan al alma, así que me quedo con “Twisted Transistor” y “Somebody Someone”.



Ya en la recta final, llegó “Falling Away From Me”. Desde una esquina del recinto, no podíamos dimensionar la cantidad de gente pasando por encima de otra ni los pogos improvisados que se formaron esa noche. Pero al ver los vídeos, se aprecia el caos puro que solo Korn puede provocar. “Divine” también fue una de las sorpresas de la noche, rescatada del álbum homónimo y revivida después de años sin tocarla. Siempre es buen momento para eso. El cierre lo protagonizó “Freak on a Leash”, entre confeti y gritos de satisfacción. Para mí, ha sido uno de los mejores shows de headliners que me ha tocado presenciar. Disfrutado con cierta calma, pero 100% vivido.
El panorama parecía algo extraño para Electric Callboy, pero con la experiencia acumulada y un show más que probado, encender a los metalheads a esas horas fue tarea sencilla. Nos quedamos disfrutando de los alemanes, aunque con una nostalgia en la cabeza por estar perdiéndonos a Alcest en el cierre del Temple. Eso es Hellfest para mí: decisiones que no quieres tomar, pero que inevitablemente te pesan a lo largo de la jornada. Lo bueno es que los tendremos en sala próximamente.



De vuelta a Nantes, en nuestro Helltrain como cada noche. Esta vez, todo mucho más organizado que en años anteriores para quienes decidimos no acampar y optamos por dormir en alguna ciudad cercana a la Hellcity de la forma más cómoda posible. A recargar energías para la segunda jornada, mucho más extensa y… con un calor aún más abrazador.
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